lunes, 2 de junio de 2014

Henrietta Swan Leavitt, mucho más que una computadora de estrellas

(Esta entrada se publicó primero en el número 13 de la revista Buk Magazín, que puedes leer online.)

Henrietta Swan Leavitt (1868-1921)

A finales del siglo XIX, el Observatorio Astronómico de Harvard emprendió el ambicioso proyecto de intentar catalogar todas las estrellas del cielo. A partir de fotografías del firmamento obtenidas por sus telescopios, se podía establecer la posición, el brillo y el color de cada una de las estrellas. Debido a la poca calidad de las placas fotográficas, la tarea era tediosa y requería de mucha agudeza visual, gran concentración y una enorme dosis de paciencia.

El director del Observatorio, Edward Charles Pickering, decidió contratar exclusivamente a mujeres para realizar esta tarea, pues estaba convencido que estas tenían “la destreza para realizar trabajos repetitivos, no creativos”. Lo que no decía Pickering es que una mujer cobraba bastante menos que un hombre por desempeñar el mismo trabajo. El “harén de Pickering”, como pronto se le conocería con sorna, estaba formado por trece mujeres. Una de ellas era Henrietta Swan Leavitt.

El "harén de Pickering" en plena actividad, hacia 1890

Poco es lo que sabemos de la vida de Henrietta. Nació en 1868 en Lancaster, Massachussetts (Estados Unidos) en el seno de una familia puritana. Se graduó en el Radcliffe College con 24 años y, en 1893, entró como voluntaria en el Observatorio de Harvard. Allí se encargó de estudiar las llamadas estrellas variables, aquellas cuya luminosidad cambia con el tiempo de forma periódica. A lo largo de toda su vida, llegaría a descubrir más de 2.400.

Pero Henrietta no se iba a conformar con ser una simple computadora, nombre con el que se conocía entonces a las mujeres que desempeñaban este tipo de trabajo reiterativo. En su estudio de las estrellas variables, intentó buscar una relación entre su luminosidad y su periodo. El desafío para la época era enorme. Si uno observa unos pájaros en el cielo y uno de ellos parece más pequeño, ¿cómo saber si es realmente más pequeño o simplemente vuela más alto? Lo mismo le ocurría a Henrietta. Al desconocer la distancia de las estrellas variables a la Tierra, no podía saber si su mayor o menor luminosidad simplemente era consecuencia de estar más o menos cerca de nosotros.

Fue entonces cuando se fijó en un tipo particular de estrellas variables llamadas Cefeidas, 25 de las cuales se acumulaban en la región conocida como la Pequeña Nube de Magallanes. Al estar tan agrupadas, Henrietta consideró que la distancia de todas ellas a la Tierra debía ser aproximadamente la misma. Era como decir que, en una bandada de pájaros, todos vuelan a la misma altura. Así pudo comparar los datos de esas 25 Cefeidas y llegar a la siguiente conclusión: la luminosidad de una estrella variable era mayor cuanto más largo fuese su periodo. Detrás de esta inocente frase se escondía una herramienta capaz de medir distancias en el Universo.

RS Puppis, una variable cefeida en la constelación de Puppis

En efecto, al combinar el trabajo de Henrietta con otros métodos astronómicos se pudieron calcular la distancia a diversas Cefeidas. Así, en 1925, el astrónomo estadounidense Edwin Hubble determinó que la nebulosa de Andrómeda era en realidad una galaxia que se encontraba a unos 800.000 años luz de nosotros. Fue la primera de muchas otras galaxias que se descubrirían en los siguientes años. Luego, en 1929, el propio Hubble demostró que el Universo estaba en expansión. Gracias a Henrietta, entre otros, la visión de un Universo estático en el que existía una única galaxia –la Vía Láctea- se había hecho añicos.

Por desgracia, Henrietta nunca llegaría a saborear las mieles de su merecido éxito. En 1921, un cáncer fulminante acabó con su vida en pocos meses. La noticia apenas trascendió, hasta el punto que, en 1924, el matemático sueco Gösta Mittag-Leffler quiso proponerla como candidata al Premio Nobel, sin saber que llevaba muerta tres años.


En la actualidad, el asteroide 5383 Leavitt y el cráter Leavitt en la Luna llevan su nombre a modo de homenaje.


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